La agricultura intensiva supuso la sustitución de determinadas técnicas de desinfección de suelos como el laboreo por productos químicos, más rápidos, económicos y que suponen menos esfuerzo para el productor. Ciertas prácticas agrícolas tradicionales como el barbecho, la realización de labores profundas de suelo, la rotación de cultivos o el abonado en verde, permitían tener un suelo rico en microorganismos antagonistas de patógenos. Productos químicos utilizados para la desinfección de suelos agrícolas Bromuro de metilo Pero la agricultura industrializada simplificó esos procesos, acortó tiempos para la producción y ahorró costes mediante el uso de sustancias químicas. En los años 70 se empezó a utilizar el bromuro de metilo como desinfectante del suelo en diversos cultivos, aunque en realidad es un eficiente fumigante de amplio espectro. Se convirtió en el método preferido por muchos productores en todo el mundo para combatir miriápodos y nemátodos. Se trata del producto idóneo para la agricultura industrializada, pues es un producto económico y de fácil aplicación. Pero en el Protocolo de Montreal (1989), protocolo del Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, se registró el bromuro de metilo como una de las sustancias reductoras del ozono, y se recomendó una limitación progresiva en su uso hasta su prohibición global en el año 2015. Muchos productores agrícolas consideran que el bromuro de metilo no cuenta con sustituto para sus aplicaciones por lo que, a pesar de las evidencias científicas, en algunos países se continúa empleando. 1,3-dicloropropeno Precisamente, la agricultura industrializada no favorece el equilibrio del suelo y el control natural de los patógenos y, por tanto, tiene la necesidad de seguir controlando los patógenos del suelo de una manera rápida, simple y económica. Ante los problemas que genera el uso del bromuro de metilo, se empezó a generalizar el uso agrícola del 1,3-dicloropropeno, principalmente en combinación con la cloropicrina, como desinfectante del suelo, que controla nemátodos, insectos, hongos, y porque además tiene un efecto secundario contra las malas hierbas. El 1,3-dicloropropeno es ampliamente utilizado en todo el mundo, a pesar de que varios estudios ponen en duda la inocuidad de la sustancia para la salud humana. En los Estados Unidos de América, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS) ha determinado que el 1,3-dicloropropeno puede ser razonablemente considerado como cancerígeno,la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha clasificado el 1,3-dicloropropeno como probable cancerígeno para los humanos. Y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) determinó el 1,3-dicloropropeno como posiblemente cancerígeno para los humanos. En Europa, 14 países europeos se oponen a la utilización del 1,3-dicloropropeno, y por consiguiente el uso de la materia activa está prohibido desde el año 2007, al excluirlo del Anexo I de la Directiva 91/414/CEE por la Decisión 2007/619/CE de la Comisión de 20 de septiembre de 2007 [DO L 249 de 25.09.2007]. Tras varias Directivas y Reglamentos (CE), pues el fabricante realizó modificaciones para salvar las deficiencias que se habían detectado, finalmente, el Reglamento (CE) No 1107/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de octubre de 20091 (en adelante, Reglamento de Fitosanitarios) establece que no se pueden comercializar sustancias activas, ni los productos fitosanitarios que las contengan si tienen efectos adversos para la salud humana, animal o el medio ambiente. Y el 1,3-dicloropropeno quedó excluido. La excepcionalidad a la normativa general Pero la gestión de plagas contempla imprevistos que debe permitir cierto margen de libertad a los estados miembros, dependiendo de las situaciones específicas y excepcionales que puedan suceder. Así el Reglamento de fitosanitarios de la Unión Europea permite, en el artículo 53 (CE) núm. 1107/2009, la posibilidad de que los estados miembros decreten autorizaciones excepcionales -especificando cuál es la plaga y la situación de emergencia fitosanitaria a la que atiende el Decreto- para la comercialización de la materia activa por un periodo de 120 días. Amparándose en ese artículo, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España aplica la excepcionalidad del uso del 1,3-dicloropropeno rutinariamente, justificando su uso en la falta de sustituto del bromuro de metilo. Las repetidas autorizaciones excepcionales convierten lo que debería ser habitual en rutinario. Al no justificar la situación de emergencia que permite la autorización especial, y al repetir consecutivamente las autorizaciones de comercialización de productos prohibidos por la Unión Europea, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, así como los órganos competentes de las Comunidades Autónomas, parecen apostar por el uso preventivo de un producto prohibido por la Unión Europea debido a su alta toxicidad. La asociación de Ecologistas en Acción ha elaborado un informe sobre lo que considera un mal uso de las autorizaciones excepcionales que permite el Reglamento de Fitosanitarios. En el informe se dice: “El número de autorizaciones excepcionales autorizadas en España entre 2013 y 2017 fue de 365. En 2018, sólo entre abril y julio estuvieron vigentes más de 38 autorizaciones excepcionales de productos plaguicidas que permitieron el empleo de plaguicidas en concentraciones superiores o en usos diferentes a los autorizados. Diez de esas sustancias no estaban autorizadas por su elevada toxicidad y 15 fueron identificadas como disruptores endocrinos. Los datos describen cuatro meses plenos de excepciones, en los que se posibilitó el empleo de productos fitosanitarios en concentraciones superiores o en usos diferentes a los autorizados, e inclusive, como ya se ha indicado, la utilización de 10 sustancias activas no autorizadas, en su mayor parte, por constituir por su toxicidad un riesgo inaceptable para la salud humana o el medio ambiente, y otras 15 con propiedades de alteración endocrina, las cuales tienen la capacidad de alterar el equilibrio hormonal y pueden alterar la fisiología a lo largo de la vida del individuo, desde el desarrollo fetal hasta la edad adulta , lo que resulta extremadamente preocupante, ya que este tipo de sustancias por sus especiales características no tienen un nivel seguro de exposición. Muchas de estas autorizaciones, como por ejemplo las de los plaguicidas 1,3-dicloropropeno y la cloropicrina, se repiten año tras año sin justificar la existencia de una plaga y con la única base que