Los insecticidas más peligrosos
La pregunta sobre los insecticidas que han causado más muertes es compleja y puede variar según el contexto, el período de tiempo, las regiones geográficas y las circunstancias específicas de cada situación. Sin embargo, algunos insecticidas han sido asociados históricamente con incidentes graves, intoxicaciones masivas y efectos tóxicos severos en humanos y animales debido a su toxicidad aguda, uso inapropiado, exposición excesiva o accidental, y falta de medidas de seguridad y control adecuadas.
A continuación, se mencionan algunos de los insecticidas más conocidos y notorios por su historia de toxicidad y riesgos asociados con la salud humana:
DDT (Dicloro-Difenil-Tricloroetano)
Historia: DDT es un insecticida organoclorado que se utilizó ampliamente en la agricultura, la salud pública y el control de vectores de enfermedades durante el siglo XX.
Riesgos: DDT fue asociado con efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente, incluyendo trastornos neurológicos, endocrinos y reproductivos, daño hepático y renal, bioacumulación en la cadena alimentaria, y riesgo aumentado de enfermedades crónicas como el cáncer.
Restricciones y Prohibiciones
DDT ha sido restringido o prohibido en muchos países debido a sus efectos tóxicos y riesgos para la salud y el medio ambiente, aunque todavía se utiliza en algunos países para el control de la malaria y otras enfermedades transmitidas por vectores.
Parathion (Paratión)
Historia: Parathion es un insecticida organofosforado que se utilizó en la agricultura, el control de plagas y la salud pública durante décadas.
Riesgos: Parathion es altamente tóxico y puede causar efectos adversos graves en la salud humana, incluyendo síntomas neurológicos, respiratorios, gastrointestinales y cardiovasculares, y riesgo de intoxicación aguda y muerte en casos graves.
Restricciones y Prohibiciones: Parathion ha sido restringido o prohibido en muchos países debido a sus efectos tóxicos y riesgos para la salud humana y el medio ambiente.
Aldrin y Dieldrin
Historia: Aldrin y dieldrin son insecticidas organoclorados que se utilizaron en la agricultura para el control de plagas de insectos y garrapatas.
Riesgos: Aldrin y dieldrin son persistentes, bioacumulativos y pueden causar efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente, incluyendo trastornos neurológicos, endocrinos y reproductivos, daño hepático y renal, y riesgo aumentado de enfermedades crónicas como el cáncer.
Restricciones y Prohibiciones: Aldrin y dieldrin han sido restringidos o prohibidos en muchos países debido a sus efectos tóxicos y riesgos para la salud y el medio ambiente.
Endosulfan
Historia: Endosulfan es un insecticida organoclorado que se utilizó en la agricultura para el control de plagas de insectos y ácaros.
Riesgos: Endosulfan es tóxico y puede causar efectos adversos graves en la salud humana, incluyendo síntomas neurológicos, respiratorios, gastrointestinales y dermatológicos, y riesgo de intoxicación aguda y muerte en casos graves.
Restricciones y Prohibiciones: Endosulfan ha sido restringido o prohibido en muchos países debido a sus efectos tóxicos y riesgos para la salud humana y el medio ambiente.
Methyl Parathion (Metil Paratión)
Historia: Metil paratión es un insecticida organofosforado que se utilizó en la agricultura, el control de plagas y la salud pública.
Riesgos: Metil paratión es altamente tóxico y puede causar efectos adversos graves en la salud humana, incluyendo síntomas neurológicos, respiratorios, gastrointestinales y cardiovasculares, y riesgo de intoxicación aguda y muerte en casos graves.
Restricciones y Prohibiciones: Metil paratión ha sido restringido o prohibido en muchos países debido a sus efectos tóxicos y riesgos para la salud humana y el medio ambiente.
La toxicidad, los riesgos y las restricciones asociadas con los insecticidas pueden variar según el tipo de insecticida, la formulación, la dosis, la vía de exposición, la duración de la exposición, las condiciones específicas de uso y manejo, y las medidas de seguridad y control implementadas. Además, la prevención, el monitoreo, la regulación y la gestión adecuada de los insecticidas son fundamentales para proteger la salud humana, animal y el medio ambiente contra los efectos adversos de estos compuestos químicos en diferentes sectores y actividades humanas.
¿Riesgo o peligro de una sustancia tóxica?
Cuando se valora la incidencia negativa de un plaguicida químico sobre la salud humana o el medio ambiente, implícitamente se diferencia entre el riesgo de una sustancia tóxica y su peligro. Ambos dependen de la cantidad y el tiempo de exposición a la sustancia química. Pero, a diferencia del peligro de una substancia, que implica un efecto prácticamente inmediato como un pesticida (la intoxicación aguda), el riesgo de provocar cáncer o un problema endocrino de esa sustancia es más difícil de evaluar, pues comprende efectos a medio y largo plazo.
¿Son los pesticidas cancerígenos?
Los riesgos sobre la salud (o el medio ambiente) no son inmediatos tras el contacto con la sustancia. Por esa razón, es difícil dimensionar el alcance de su riesgo. Como en otros muchos casos, al ser humano le preocupa especialmente la inmediatez del peligro.
Aprovechando esta característica de la mente humana, donde prima la inmediatez del efecto, raramente se valora la toxicología de un plaguicida químico como cancerígeno, sino que es más frecuente utilizar términos como el de probabilidad o posibilidad.
La Agencia de Protección del Ambiente (EPA) de USA clasifica tres plaguicidas como cancerígenos, mientras que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Internacional Agency for Research Cancer, World Health Organization) clasifica como tales 6 plaguicidas, y la Unión Europea clasifica 12.
Las discrepancias entre las agencias se justifican con la probabilidad o posibilidad de una sustancia de ser cancerígena. Existen 81 plaguicidas “probablemente cancerígenos” según EPA, 38 según IARC. Y además existe también la categoría de “posibles plaguicidas cancerígenos”, que son 113 según EPA, y 5 según IARC.
Probabilidad o posibilidad de provocar cáncer
Utilizados indistintamente, los términos probabilidad y posibilidad se prestan a confusión. En un uso cotidiano los términos pueden ser intercambiables, pero en materia estadística y matemática tienen distintos sentidos.
La probabilidad se refiere a la medida cuantitativa de la posibilidad de que ocurra un evento específico en un conjunto de eventos posibles. Se expresa generalmente como un número entre 0 y 1, donde 0 indica que el evento es imposible de ocurrir y 1 indica que el evento es seguro de ocurrir. La posibilidad se refiere a la capacidad, aptitud o potencial de que algo pueda suceder o existir en función de las condiciones, circunstancias o características específicas de una situación o contexto particular.
La probabilidad se centra en la cuantificación y evaluación de oportunidad, frecuencia o proporción de ocurrencia de un evento en relación con todos los eventos posibles en un experimento aleatorio o proceso estocástico. Mientras que la posibilidad se centra en la existencia, viabilidad o factibilidad de que algo pueda ser o suceder en un contexto determinado, sin necesariamente cuantificar la oportunidad, frecuencia o proporción de ocurrencia del evento.
La probabilidad se refiere a la medida cuantitativa de la oportunidad de que ocurra un evento específico en un conjunto de eventos posibles, mientras que la posibilidad se refiere a la capacidad, aptitud o potencial de que algo pueda suceder.
Las substancias posiblemente cancerígenas para los humanos incluyen los encurtidos, por ejemplo, cuyo consumo frecuente aumenta la tasa de riesgo de padecer cáncer de estómago, el café, la gasolina o los teléfonos móviles, el insecticida Diclorvos o el fungicida Clorotalonil. Pero nadie ha demostrado nunca una intoxicación por el uso de teléfonos móviles, de encurtidos (en buen estado) o de café (en dosis razonables). Nunca se ha demostrado una relación de probabilidad entre los encurtidos y el cáncer.
Diclorvos es un insecticida organofosforado que se utiliza para controlar insectos en graneros, los parásitos del ganado, de animales domésticos, y en fumigaciones de locales. Desde 1942 se han sintetizado más de 50.000 productos organofosforados. Y se estima que el 40% de las cosechas son tratadas con este tipo de insecticida, como son el malatión, el parathion-methyl, etc.
La diferencia entre los encurtidos y los insecticidas está en que todos los insecticidas son biocidas, con un alto riesgo de toxicidad. El riesgo de cáncer provocado por encurtidos y el riesgo cancerígeno de Diclorvos se ha medido de distinto modo. En el primer caso se basan en observaciones, información estadística no controlada en un entorno científico. En el caso de Diclorvos se hicieron varios experimentos sobre su riesgo cancerígeno. Durante 2 años ratas de laboratorio respiraron la sustancia sin aumentar la tasa de cáncer. Las ratas alimentadas con Diclorvos durante el mismo período de tiempo presentaron un aumento en las tasas de cáncer de páncreas, estómago y leucemia. Sin embargo los experimentos no se consideran concluyentes. Para IARC, Diclorvos es un insecticida “posiblemente” cancerígeno. Para la EPA es un “probable” cancerígeno.
La clasificación toxicológica implica básicamente los conceptos peligro y riesgo, la intoxicación inmediata y los problemas para la salud y el medio ambiente, a medio y largo plazo. El peligro de intoxicación por Diclorvos implica náuseas, vómitos, dificultades en la respiración, incluso la muerte. El riesgo de Diclorvos como cancerígeno se mueve entre la probabilidad y posibilidad porque, en definitiva, aunque hay evidencias científicas, no puede establecerse un directo efecto causal a medio y largo plazo como causa de cáncer.
Pesticidas cancerígenos: ¿la dosis hace el veneno?
A los laboratorios que venden sustancias como Diclorvos les beneficia esta confusión en la clasificación junto a otras sustancias con menor evidencia científica de su riesgo toxicológico. Se clasifica como posible/probablemente cancerígeno, junto a los encurtidos, pero la realidad no es tan sencilla. Ni libre de intención. El riesgo desaparece y queda sólo el peligro de la intoxicación. Y es entonces cuando se habla de que la “dosis hace el veneno” y del “uso adecuado de plaguicidas”. Pero en realidad, un plaguicida con menor peligro de toxicidad usado frecuentemente puede significar más riesgo para la salud y el medio ambiente que un plaguicida muy tóxico usando una sóla vez.
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