Menos insecticidas en el control de plagas

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El uso de insecticidas químicos en la agricultura

Introducción

En la década de 1950, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los plaguicidas desarrollados durante el conflicto comenzaron a ser utilizados en la agricultura a gran escala. La promoción de la “agricultura química” y la adopción de prácticas agrícolas intensivas impulsaron la demanda de plaguicidas para controlar plagas y aumentar la productividad agrícola.

norman borlaug — N. E. Borlaug, impulsor de la Revolución Verde

La Revolución Verde, que tuvo lugar principalmente en las décadas de 1960 y 1970, impulsada por Norman E. Borlaug y financiada por Organismos Internacinales, Agencias de Cooperación Internacional y varios Gobiernos, fue un movimiento agrícola que introdujo nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento, prácticas de manejo intensivo y tecnologías innovadoras con el objetivo de aumentar la productividad agrícola y mejorar la seguridad alimentaria en todo el mundo. Aunque la Revolución Verde logró incrementar significativamente los rendimientos de los cultivos y reducir la inseguridad alimentaria en muchas regiones, también contribuyó al aumento del uso de pesticidas, incluidos insecticidas, herbicidas y fungicidas.

Con el tiempo, el uso de insecticidas químicos se ha incrementado de manera significativa, impulsado por la creciente demanda de alimentos, el aumento de la superficie cultivada y la presión de las plagas resistentes a los plaguicidas. Esta tendencia ha llevado a un abuso en la aplicación de insecticidas químicos, con múltiples aplicaciones por temporada y la utilización de productos más potentes y tóxicos.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el uso global de pesticidas, incluidos los insecticidas, ha aumentado constantemente, alcanzando los 3.54 millones de toneladas métricas en 2021, lo que refleja el papel vital de los productos químicos de protección de cultivos en el aumento de los rendimientos agrícolas y la garantía de la seguridad alimentaria en medio de una serie de desafíos globales como el cambio climático y el crecimiento de la población 1.

Este aumento en el uso de insecticidas agrícolas es una respuesta a la creciente necesidad de proteger los cultivos y garantizar la producción de alimentos para una población en crecimiento. También plantea desafíos en términos de impactos ambientales y para la salud humana, que requieren un enfoque equilibrado y sostenible en su aplicación.

Causas del incremento actual del uso de los insecticidas químicos

Resistencia de las plagas

El desarrollo de resistencia en las poblaciones de plagas a los insecticidas químicos ha llevado a un aumento en la frecuencia y cantidad de plaguicidas aplicados, en un intento de mantener su eficacia.

Falta de conocimiento y formación

La falta de educación y formación en prácticas de manejo integrado de plagas (MIP) ha contribuido al abuso en el uso de insecticidas químicos, con aplicaciones preventivas y no selectivas que afectan a organismos no objetivo y al equilibrio biológico natural.

Presión económica

La presión económica para maximizar la producción y los rendimientos agrícolas ha llevado a la adopción de prácticas intensivas que dependen del uso de insecticidas químicos como medida de control de plagas.

Organismos para el control del uso de plaguicidas

El incremento del uso de insecticidas químicos en la agricultura ha sido motivo de preocupación debido a sus efectos adversos sobre el medio ambiente, la salud humana y la biodiversidad. Estos productos químicos pueden contaminar el suelo, el agua y el aire, afectando a organismos no objetivo, incluyendo insectos beneficiosos, aves, mamíferos y humanos.

Para abordar estos problemas, se han creado organismos internacionales y métodos para controlar el uso inadecuado de insecticidas y promover prácticas agrícolas más sostenibles.

El Convenio de Róterdam es un tratado internacional que regula el comercio de ciertos productos químicos peligrosos y pesticidas, proporcionando información sobre sus riesgos y medidas de precaución.
El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) tiene como objetivo eliminar o reducir la liberación de sustancias químicas persistentes que son tóxicas para el medio ambiente y la salud humana, incluyendo algunos insecticidas.
INFO-SAN es el Sistema de Información y Alerta Alimentaria de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este sistema facilita la comunicación rápida y eficiente entre los países de América Latina y el Caribe sobre incidentes relacionados con la seguridad alimentaria y las alertas sanitarias.
La Red de Alertas Alimentarias Europea (RASFF, por sus siglas en inglés) es un sistema de alerta rápida que opera en la Unión Europea (UE) y en la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC). Este sistema fue establecido para garantizar que la información sobre riesgos relacionados con alimentos y piensos se comparta de manera efectiva entre los países miembros y para facilitar acciones rápidas cuando se detecta un problema de seguridad alimentaria.
La Comisión del Codex Alimentarius es un organismo conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su principal objetivo es desarrollar normas internacionales de alimentos, directrices y códigos de prácticas para garantizar la seguridad alimentaria y proteger la salud de los consumidores

La necesidad de reducir el número de tratamientos contra las plagas

Reducir los tratamientos químicos en la agricultura es fundamental por diversas razones que abarcan aspectos ambientales, económicos y de salud pública. A continuación, se presentan algunas de las razones más importantes para promover prácticas agrícolas más sostenibles y menos dependientes de los productos químicos:

Protección del medio ambiente: Los tratamientos químicos, como los pesticidas y fertilizantes sintéticos, pueden contaminar el suelo, el agua y el aire, afectando a la biodiversidad, los ecosistemas acuáticos y los organismos no objetivo. Reducir su uso contribuye a preservar la calidad y salud de los recursos naturales.
Salud humana: La exposición a pesticidas y otros productos químicos en la agricultura puede tener efectos adversos en la salud humana, incluyendo enfermedades crónicas, problemas reproductivos, trastornos hormonales y cáncer. Minimizar el uso de tratamientos químicos protege la salud de los agricultores, trabajadores agrícolas y consumidores.
Calidad de los alimentos: El exceso de tratamientos químicos puede dejar residuos en los alimentos, lo que puede representar un riesgo para la salud de los consumidores. Optar por prácticas agrícolas más naturales y orgánicas puede mejorar la calidad y seguridad de los alimentos producidos.
Resistencia de plagas y enfermedades: El uso excesivo y continuado de pesticidas puede llevar al desarrollo de resistencias en plagas y enfermedades, haciendo que los tratamientos químicos sean menos efectivos con el tiempo. Reducir la dependencia de estos productos fomenta el manejo integrado de plagas y enfermedades, utilizando métodos más sostenibles y eficaces.
Sostenibilidad económica: Adoptar prácticas agrícolas menos dependientes de los tratamientos químicos puede ser más rentable a largo plazo, reduciendo los costos de insumos, mejorando la productividad del suelo y favoreciendo la diversificación de cultivos.
Cambio climático: La agricultura intensiva y el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero y al cambio climático. Promover prácticas agrícolas más sostenibles y menos dependientes de los productos químicos puede ayudar a mitigar estos impactos ambientales.
Conservación de la biodiversidad: Los tratamientos químicos pueden afectar negativamente a la fauna y flora silvestres, reduciendo la biodiversidad y alterando los ecosistemas naturales. Reducir su uso contribuye a la conservación de la biodiversidad y al equilibrio ecológico.

Por el coste de los tratamientos químicos en la agricultura

Se puede decir que, de promedio, frutas y hortalizas pueden recibir 12 tratamientos, o más, con pesticidas. Su uso se ha generalizado más allá de lo razonable. Asume el agricultor que con un 5-10% del coste de su producción evita una pérdida causada por plagas y/o enfermedades que podría llegar a ser, en el peor de los casos, del 40-100%.

Ese porcentaje del consumo de fitosanitarios puede ir de los 2.500 euros/ha de coste en tratamientos en tomate de invernadero a los 523 euros/ha en tomate de regadío. Hablamos del coste del insumo, sin tener en cuenta el coste de mano de obra y maquinaria. Considerados éstos, el coste sería mucho mayor.

España encabeza el listado de los países que más utilizan productos químicos dentro de la Unión Europea. Entre los años 2011 y 2015 se esparcieron, cada año, cerca de 73.000 toneladas de productos químicos en los campos. Y la industria de agroquímicos facturó, sólo en España, 1.100 millones de euros en 2016.

En el futuro se espera que el mercado global de pesticidas registre una Tasa de Crecimiento Anual Compuesta de un 5,79%, entre 2017 y el 2022.

En el año 2014, último año del que la FAO dispone de datos del consumo mundial de pesticidas, se superaron los 3.013’97 millones de kilos.

La reducción de insecticidas químicos en la agricultura puede conducir a una disminución de costes y un aumento de los beneficios para los agricultores por diversas razones.

Costes de insecticidas: El agricultor gasta una cantidad significativa de dinero en la compra de insecticidas químicos, así como en los equipos de aplicación y en la mano de obra necesaria para aplicarlos de manera regular y sistemática.
Costes indirectos: Además de los costes directos de los insecticidas, el agricultor también incurre en costes indirectos relacionados con la formación, la gestión de residuos, el cumplimiento de las normativas de seguridad y salud ocupacional, y los posibles tratamientos adicionales para controlar las resistencias y los problemas secundarios causados por los insecticidas.
Beneficios de la reducción de insecticidas:
- Ahorro en la compra de insecticidas: Al reducir o eliminar el uso de insecticidas químicos, el agricultor puede ahorrar una parte significativa del presupuesto destinado a la compra de estos productos químicos.
- Reducción de los costes de aplicación: Al disminuir la frecuencia y la cantidad de insecticidas aplicados, se reduce también el consumo de combustible y la mano de obra necesaria para la aplicación, lo que se traduce en ahorros adicionales.
- Mejora de la salud del suelo y de los cultivos: La reducción de insecticidas permite mantener un equilibrio biológico más saludable en el suelo y en el ecosistema del invernadero, lo que puede mejorar la salud de los cultivos, aumentar su resistencia natural a las plagas y reducir la necesidad de tratamientos adicionales.
- Acceso a mercados premium: Los consumidores cada vez valoran más los productos agrícolas producidos de manera sostenible y libre de residuos químicos. Al reducir el uso de insecticidas y promover prácticas agrícolas más sostenibles, el agricultor puede acceder a mercados premium y obtener un mejor precio por sus productos.

Para racionalizar el uso de productos fitosanitarios

La infestación de una plaga puede ser catastrófica. Por ejemplo, el gusano gris, (Agrotis ipsilon) puede arruinar un cultivo de maíz, tomate o patatas. Sus larvas, durante los tres primeros estadíos, puede consumir 400 centímetros de la parte aérea de las plantas. Y las hembras pueden llegar a poner 1.800 huevos.

El mercado de productos fitosanitarios se nutre del intento del agricultor de minimizar el riesgo de pérdida de su cosecha.

Racionalizar los tratamientos es vital para un adecuado control de las plagas y enfermedades de los cultivos.

FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) propuso hace años una estrategia de Manejo Integrado de Plagas con la intención de reducir del 50 al 70% el uso de insecticidas. y los costes por concepto de control de plagas del 25 al 50%.

Reducir los tratamientos químicos en la agricultura es esencial para proteger el medio ambiente, salvaguardar la salud humana, mejorar la calidad de los alimentos, promover la sostenibilidad económica y mitigar los impactos del cambio climático, fomentando prácticas agrícolas más sostenibles, seguras y respetuosas con el entorno natural.

Una estrategias para reducir el uso de insecticidas químicos

Software de Control de Plagas

FuturCrop es una plataforma digital que utiliza Inteligencia Artificial y tecnologías de la comunicación para ayudar a empresas y agricultores a optimizar el uso de insecticidas agrícolas, mediante el monitoreo y la gestión de plagas y enfermedades de forma precisa y sostenible.

Estas son algunas estrategias para reducir el uso de insecticidas químicos utilizando FuturCrop y otras herramientas tecnológicas similares:

Monitoreo y detección temprana: Utilizar FuturCrop para realizar un monitoreo continuo de las parcelas agrícolas y detectar tempranamente la presencia de plagas y enfermedades. Esto permite tomar medidas preventivas o correctivas de manera oportuna antes de que se produzca una infestación grave.
Predicción y modelado: Utilizar algoritmos de inteligencia artificial y modelos predictivos de FuturCrop para predecir la aparición y proliferación de plagas y enfermedades en función de factores climáticos, biológicos y agronómicos. Esto ayuda a planificar y ajustar las estrategias de manejo de plagas de manera más eficiente y precisa.
Manejo integrado de plagas (MIP): Implementar un enfoque de Manejo Integrado de Plagas utilizando la información y recomendaciones de FuturCrop. Esto implica combinar diferentes métodos de control de plagas, como el uso de enemigos naturales, trampas, cultivos de cobertura y prácticas agronómicas adecuadas, junto con el uso selectivo y limitado de insecticidas químicos cuando sea necesario.
Registro y seguimiento: Utilizar FuturCrop para llevar un registro detallado de las aplicaciones de insecticidas químicos, las plagas identificadas, las dosis utilizadas y los resultados obtenidos. Esto permite realizar un seguimiento y evaluación del impacto de las intervenciones y ajustar las estrategias de manejo de plagas de manera continua y basada en datos.
Realizar los tratamientos en los momento óptimo: Utilizar FuturCrop par planificar los tratamientos en el momento de mayor vulnerabilidad de las plagas.

Basándose en el análisis de datos y en los modelos predictivos desarrollados, FuturCrop ayuda a técnicos y agricultores a tomar decisiones informadas sobre el uso selectivo y limitado de insecticidas y otros productos químicos, minimizando así los impactos negativos en el medio ambiente y la salud humana.

Una agricultura más inteligente y eficiente

El cálculo del momento óptimo para aplicar insecticidas puede reducir más del 40% el número de tratamientos.

FuturCrop es un software que utiliza Inteligencia Artificial y criterios fenológicos para calcular el momento más eficiente para el tratamiento, tomando en cuenta las características específicas del cultivo y su ubicación.

Cómo funciona