Month: May 2019

insecticidas, fitosanitarios

Cómo la aplicación de insecticidas ha creado problemas donde no los había

El excesivo uso de pesticidas en la agricultura El aumento de plagas agrícolas es un problema creciente que ha sido documentado en varios estudios y reportes. Según un informe de la FAO, el uso mundial de pesticidas ha aumentado en más del 70% desde la década de 1960. Esto sugiere que las plagas agrícolas están causando más daño y requieren más intervención para su control. Varios factores como el monocultivo, el uso de herbicidas, el cambio climático, etc, han influido en el desarrollo incontrolado de poblaciones de plagas en los cultivos. Pero, principalmente, ha sido la aplicación de plaguicidas químicos lo que ha roto el equilibrio entre las plagas y sus enemigos naturales. Los insecticidas de amplio espectro matan indistintamente las plagas que sus depredadores, tanto matan las plagas que causan daños en los cultivos como a sus enemigos naturales. Cuando hay un aumento en la población de plagas, los agricultores sienten la necesidad de aplicar más pesticidas para controlarlas y proteger sus cultivos. Pero, cuando las plagas desarrollan resistencia a los pesticidas por la aplicación continuada, los agricultores pueden necesitar aplicar más pesticidas o usar pesticidas más fuertes para controlarlas. La detección temprana de plagas o enfermedades puede ser difícil, y los agricultores pueden optar por aplicar pesticidas de manera preventiva o periódica para evitar daños graves en sus cultivos. Algunos agricultores pueden optar por aplicar pesticidas de forma preventiva para evitar la aparición de plagas o enfermedades. Esto puede ser una práctica común en cultivos de alto valor o en regiones donde las condiciones ambientales son propicias para la proliferación de plagas. En algunos casos, los agricultores pueden realizar aplicaciones periódicas de pesticidas como parte de un programa de manejo integrado de plagas. Esto puede ser necesario en áreas donde las plagas son persistentes o en cultivos que son particularmente susceptibles a ciertas enfermedades o insectos. En resumen, hay varias razones por las que los agricultores pueden realizar aplicaciones indiscriminadas de pesticidas, como parte de estrategias de manejo de plagas o como medida preventiva para proteger sus cultivos. Sin embargo, es importante tener en cuenta los posibles efectos negativos de estas prácticas en el medio ambiente y la salud humana, y considerar alternativas más sostenibles y seguras para el control de plagas. Por esta razón, es importante utilizar los pesticidas de manera responsable y seguir las buenas prácticas agrícolas, como la rotación de cultivos y el uso de pesticidas selectivos. Además, es importante considerar alternativas más sostenibles y seguras para el control de plagas, como el control biológico y el manejo integrado de plagas. Consecuencias para el control de plagas La sobreaplicación de pesticidas, o la aplicación excesiva o inapropiada de pesticidas, puede tener varias consecuencias en el control de plagas: Resistencia a los pesticidas La sobreaplicación de pesticidas puede llevar al desarrollo en las plagas de resistencia a los pesticidas, lo que significa que los pesticidas pierden su eficacia y se necesita una dosis cada vez mayor para controlar las plagas. Esto puede hacer que sea más difícil controlar las plagas y puede llevar a un aumento en el uso de pesticidas. Daños al medio ambiente La sobreaplicación de pesticidas puede tener efectos negativos en el medio ambiente, como la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad. Los pesticidas pueden contaminar los cuerpos de agua, como los ríos y los lagos, a través del escurrimiento de los campos agrícolas, lo que puede afectar la vida acuática y la calidad del agua potable. Además, los pesticidas pueden matar a los insectos beneficiosos, como los polinizadores y los depredadores naturales de las plagas, lo que puede tener efectos negativos en la cadena alimentaria y en la biodiversidad en general. Plagas secundarias que pasan a ser primarias Las plagas agrícolas se pueden clasificar en primarias y secundarias según su importancia económica y el daño que causan a los cultivos. Las plagas primarias son aquellas que causan daños significativos y directos a los cultivos, mientras que las plagas secundarias son aquellas que, aunque pueden causar daños, su importancia económica es menor en comparación con las primarias. Pagas Primarias Las plagas primarias son aquellas que, si no se controlan adecuadamente, pueden causar pérdidas significativas en la producción y calidad de los cultivos. Algunos ejemplos de plagas primarias son: Plagas Secundarias Las plagas secundarias, por otro lado, son aquellas que pueden causar daños menores o indirectos en los cultivos, pero que generalmente no son consideradas una amenaza grave para la producción. Algunos ejemplos de plagas secundarias son: Es importante tener en cuenta que la clasificación de las plagas como primarias o secundarias puede variar dependiendo de la región y el cultivo específico. En algunos casos, una plaga que es considerada secundaria en una región puede ser considerada primaria en otra, o viceversa. Además, el impacto de una plaga puede variar dependiendo de factores como el clima, el manejo del cultivo y la presencia de depredadores naturales o competidores de la plaga. Tetranychus urticae La araña roja, actualmente una plaga generalizada en cultivos de todo el mundo, no constituían una plaga grave en la agricultura. Las poblaciones de la araña roja estaban reguladas por sus depredadores naturales, principalmente por los ácaros depredadores de la familia de los fitoseidos (aunque también otras familias como algunos dípteros y coleópteros). Pero ha sido la intervención humana la que ha roto ese equilibrio natural, mediante el uso indiscriminado y sistemático, el mal uso, de los plaguicidas orgánicos sintéticos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Veinte años después, las poblaciones de los ácaros de la familia Tetranychidae, como la araña roja, constituyen plagas que pueden ser muy destructivas en el sector agrícola. Pseudococcus viburni Lo mismo sucede con la cochinilla harinosa, que no suelen constituir gran daño en los cultivos por el control que sobre su población ejercen sus enemigos naturales, parasitoides y depredadores (las familias de los crisópidos, hemeróbidos, dípteros y coccinellidos). Sin embargo, cuando los enemigos naturales del insecto son destruidos por la aplicación de insecticidas, la cochinilla harinosa se puede transformar

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Control biológico de plagas mediante parasitoides

Control biológico de plagas mediante insectos parasitoides

La creciente limitación de sustancias activas que pueden componer los tratamientos químicos para el control de las plagas agrícolas, así como su coste económico, y el coste del monitoreo, favorecen que se generalice el uso de métodos biológicos para el control de plagas, utilizando sus enemigos naturales. Eficiencia de los insectos parasitoides en el control biológico de plagas Los modelos de control biológico de plagas utilizan insectos depredadores, parasitoides, patógenos, etc. Pero la utilización de insectos parasitoides son actualmente el mecanismo más eficiente del control biológico de plagas, por diversas razones: Porque un sólo parásito/parasitoide puede poner huevos en cientos de insectos, facilitando una reducción en la población de la plaga. A mayor éxito reproductivo mayor parasitismo, mayor mortalidad de huéspedes, y mayor nivel de control biológico. Es decir, el éxito reproductivo de la especie viene condicionado por la mayor mortalidad de la plaga parasitada. Pero también la capacidad reproductiva del hospedero condiciona el éxito de la medida de control biológico. Por ejemplo, un ratio de parasitismo del 90% sobre una plaga con una capacidad reproductiva de 20 huevos por hembra, supone que la densidad de la plaga permanecerá estable. Pero el mismo ratio de parasitismo actuando sobre una plaga con una capacidad reproductiva de 100 huevos por hembra supone que la población se quintuplicará en cada generación. Este ratio es el que condiciona el número de parasitoides que es necesario soltar. Existen determinadas interacciones químicas entre parasitoide, huésped y planta hospedera. Se ha estudiado que ciertas plantas tienen compuestos químicos que son modificados por la saliva de orugas, formando  un nuevo compuesto aromático que atrae a las avispas parasitoides. La avispa paraliza a la oruga y la usa para depositar sus huevos. Así la oruga no puede terminar su ciclo biológico. También suceden ciertos casos en que el parasitoide se ve atraído por ciertos olores que genera el hospedante, como los olores emanados de la mielecilla producida por áfidos, o de las heces del hospedante. Los insectos parasitoides tiene un mayor nivel de especialización frente a los depredadores. Los insectos depredadores se alimentan generalmente de muchas especies, mientras que los parasitoides solo son capaces de atacar una o un número limitado de especies. Los parasitoides se adaptan muy bien a la dinámica poblacional de la plaga debido a su propia determinación sexual haplo-diploide. En la mayoría de las especies parasitoides, los machos provienen de huevos estériles mientras que las hembras provienen de huevos fertilizados. Y las hembras inseminadas son capaces de regular la fertilización de sus huevos mediante la liberación o retención de esperma almacenado en su espermateca. Por esto, la determinación sexual de cada progenie no depende de procesos genéticos aleatorios. Las hembras parasitoides pueden condicionar el sexo de cada progenie, y su elección responde a decisiones adaptativas. Por consiguiente, no es extraño que los insectos parasitoides sean los enemigos naturales más utilizados en el control biológico inducido y juegan un papel fundamental en el control biológico natural. Según la revisión bibliográfica realizada por Clausen, C. P. (ed.) en 1978. (Introduced parasites and predators of arthropod pests and weeds: A world review. Agriculture Handbook No. 480, United States Dept. of Agriculture, Washington, D.C.), de 1.193 enemigos naturales empleados en proyectos de control biológico, la distribución entre parasitoides y depredadores mostraba la siguiente proporción: Aproximadamente el 10% de las especies descritas de insectos son parasitoides. Actualmente se conocen alrededor de 68 000 especies de parasitoides, pero se estima que el total de especies de parasitoides puede ser de alrededor de 800 000. La mayor parte de los insectos parasitoides pertenece a los órdenes Hymenoptera y Diptera. Y dentro de los Hymenoptera, el suborden Parasítica representa el 50% de los himenópteros. Las hembras de los insectos parasitoides depositan sus huevos en el interior, cerca o sobre un insecto hospedante, que puede encontrarse en diferentes fases (huevo, larva, pupa o adulto). Las larvas resultantes se alimentan del insecto huésped. Cuando las larvas están preparadas para pasar al estado de pupa, normalmente suelen matar a su huésped, pero hasta ese momento son totalmente dependientes de estos en lo que respecta a alimento y protección. De ahí el cuidado que tienen las hembras en la elección del insecto huésped. A diferencia de los parásitos, al final del ciclo larval de los insectos parasitoides el huésped muere. Emerge entonces el parasitoide en estado adulto, que se alimenta de néctar y polen. Tipos de insectos parasitoides Según su localización respecto del huésped Endoparasitoide Ectoparasitoide Mesoparasitoide El parasitoide se alimenta y desarrolla en el interior del cuerpo del huésped El parasitoide se alimenta externamente del huésped El parasitoide se alimenta y desarrolla dentro y fuera del huésped Momias de Aphis gossypii parasitadas por Aphidius colemani De la Familia Eulophidae, ectoparasitoide gregario de gusano cogollero. Tachinidae, algunas especies de esta familia ponen sus huevos sobre el cuerpo externo del hospedero. También pueden poner sus huevos dentro de sus hospederos o sobre el follaje de la planta-hospedera. Otras especies depositan larvas vivas sobre sus hospederos. Según el número de parasitoides por huésped Solitario Gregario Un solo parasitoide se alimenta de un solo huésped. Varios parasitoides, en ocasiones centenares, se alimentan de un solo huésped, pudiendo desarrollarse la totalidad. Larva de phytodietus ectoparasitoide solitario Larva Euplectrus sp. en oruga Noctuidae Según el estadio en el cual atacan a los huespedes De huevos De larvas De pupas De ninfas De adultos Parasitoides idiobiontes Parasitoides cenobiontes Parasiotoides idiobiontes Parasitoides idiobiontes Son parasitoides cenobiontes cuando  la hembra del parasitoide no mata al hospedador, sino que crece activamente, y es la larva quien le produce la muerte. Son parasitoides Idiobiontes cuando paraliza o mata al hospedero, y el parasitoide sólo dispone de los recursos del hospedero al momento de la oviposición para completar su desarrollo. Por ejemplo, Aphidius colemani es un parasitoide cenobionte (especialmente de pulgones), ya que en el momento de realizarse la puesta, la hembra no mata al huésped, sino que es la larva la que le produce la muerte. Las hembras depositan un huevo dentro del pulgón, donde se desarrollan sus

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