Month: January 2024

mariposa monarca

La persistencia de las plagas agrícolas

La extinción de los animales por la acción del hombre La extinción de especies animales debido a la acción del hombre es un fenómeno evidente, por todos conocido. Se le intenta poner freno mediante el conocimiento del funcionamiento de los ecosistemas y el respeto por la biodiversidad. Los legisladores cambian los hábitos del consumo, protegen las propias especies animales y a sus espacios naturales . Se promueven programas de conservación de hábitats, de cría de animales en cautividad. Se imponen prácticas sostenibles en ciertos sectores, y se prohiben o limitan ciertas prácticas comerciales. Efectivamente, se pueden tomar medidas para salvar o proteger ciertas especies animales pero, desde un punto de vista general y no específico, la extinción de muchas especies animales es inherente a las condiciones de desarrollo y progreso de la humanidad. La pérdida del habitat de las especies animales, la contaminación resultante de las actividades industriales, agrícolas y urbanas, la alteración de los patrones climáticos, la sobreexplotación, la introducción de especies exóticas son consecuencias de la actividad humana que irreversiblemente alteran las condiciones de vida de muchas especies animales, y en muchos casos provocan su extinción. El progreso natural de las especies animales (es decir, el aumento del número de individuos, el aumento de su longevidad y su mayor capacidad de adaptación a otros entornos) es el resultado de la lucha por unos recursos limitados. Las actividades humanas durante la prehistoria, básicamente la caza y la recolección, o actualmente ciertas tribus poco evolucionadas tecnológicamente, tenían impacto en las poblaciones de animales, pero siempre en una dimensión local y limitada a los grupos de poblaciones. Hay diferencias notables en la forma en que las sociedades prehistóricas interactuaban con la fauna en comparación con las sociedades modernas. El asentamiento de las poblaciones humanas, su crecimiento , la creación de un entorno “civilizado”, es decir despreocupado por el ecosistema, y principalmente la tecnología, convirtieron a la especie humana en la gran depredadora de especies. La persistencia de las plagas La situación de extinción o declive de los insectos varía ampliamente y puede ser difícil de evaluar para muchas especies debido a la falta de datos exhaustivos. Sin embargo, algunos estudios han destacado el declive preocupante de ciertos grupos de insectos. Por ejemplo, la mariposa monarca (Danaus plexippus), varias especies de abejas, escarabajos Acrididos (Cicindelidae), escarabajos rinoceronte (Dynastinae) y ciertas polillas de la Familia Noctuidae. Además hay evidencias crecientes de una disminución en las poblaciones de insectos en diversas partes del mundo: Así pues unas especies de insectos se estinguen, de otras especies disminuyen las poblaciones de individuos y, sorprendentemente, otros insectos demuestran gran capacidad para mantenerse y propagarse en un entorno específico. Estos insectos desarrollan resistencia a los insecticidas y sobreviven a los tratamientos químicos. Se adaptan y evolucionan rápidamente porque tienen ciclos de vida cortos. Incluso, las variaciones en las condiciones climáticas crean entornos más propicios para su desarrollo. Son las plagas agrícolas, forestales y ornamentales las que presentan esas características. Pese a los esfuerzos del hombre por exterminar estos insectos por motivos económicos, las plagas persisten, aumentan y se expanden. No parece probable que las plagas agrícolas se vayan a extinguir. La supervivencia de las plagas agrícolas por la acción del hombre La Revolución Verde fue un movimiento agrícola que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX, específicamente desde las décadas de 1940 a 1960. Se trataba de un conjunto de avances tecnológicos, prácticas agrícolas y políticas que llevaron a un aumento significativo en la producción de alimentos en todo el mundo. Esas tecnologías y prácticas ayudaron a abordar la escasez alimentaria de muchos países. El éxito de las nuevas tecnologías en la producción de alimentos impuso una estandarización de las prácticas agrícolas que facilitó la supervivencia y expansión de las plagas agrícolas, actualmente un grave problema para la agricultura. En este caso, la actividad humana no provocaba la extinción de estas especies de insectos, sino que creó entornos que constituyeron nuevos ecosistemas adecuados para el mayor desarrollo de dichas especies. Las técnicas de la agricultura moderna, proporcionó a las plagas agrícolas un alimento abundante, el entorno necesario y les facilitó mayores probabilidades de supervivencia mediante el uso indiscriminado de los pesticidas químicos. No sólo la agricultura, además la globalización del comercio agrícola facilitó la introducción de nuevas plagas en regiones donde no existían previamente, al transportar insectos y patógenos. La especie humana facilita su distribución geográfica. Y con el Cambio Climático creó las condiciones climatológicas para que las plagas pudieran establecerse en nuevos territorios, y se desarrollaran gracias a la falta de enemigos naturales. Conclusión La actual crisis de pérdida de biodiversidad, impulsada por factores humanos, está llevando a una aceleración en las tasas de extinción en todo el mundo. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) enumera miles de especies en peligro crítico de extinción. La conservación y la gestión sostenible de los ecosistemas son esenciales para frenar la pérdida de biodiversidad y proteger las especies en riesgo. La conciencia pública, la educación ambiental y la implementación de prácticas sostenibles son cruciales para abordar este desafío global. Y se considera que la gestión sostenible de los recursos naturales y la conciencia global sobre el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas son esenciales para evitar la extinción de las especies animales. Pero no parece suficiente. Actualmente además de la acelerada tasa del número de especies en vías de estinción, existe otro fenómeno preocupante. Hay evidencias de una disminución significativa en las poblaciones del número de animales en el mundo, sin que se pueda hablar aún de riesgo de extinción de dichas especies. No es extraño que el éxito de la especie humana suponga la extinción de otras especies animales, en una lucha por los recursos limitados. Ante la escasez de los recursos ninguna especie comparte los recursos que necesita. El éxito biológico de la especie humana, en términos de expansión geográfica, población total y longevidad del individuo, implica necesariamente el declive de las especies del planeta

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